«Dejen las maletas, corran, corran»
BOMBA EN BARAJAS / El horror, en vivo / TESTIGO DIRECTO / EN LA T-4 (BARAJAS)
«Dejen las maletas, corran, corran»
FERMIN URBIOLA
El estallido nunca terminaba y se convirtió en una enorme bola negra que llenó el gigante exterior de la terminal. Después, el silencio, que fue eterno.
Lo siguiente que recuerdo son los llantos. Eran sobre todo ellas las que lloraban desgarradamente. Un hombre, sollozando decía: «Mi mujer está dentro». Nosotros, fuera. Al lado, pero, afortunadamente, fuera.
El taxista me había dejado en una de las puertas de acceso, al principio de la terminal. Le pagué y le pedí el recibo. Está impresa la hora del final del recorrido: 8.56 horas, Barajas T-4. Después, me despedí de él. «Feliz Año», le dije. «Buen viaje», me respondió. Cogí el cambio, coloqué mis dos maletas en un carrito, me puse el abrigo...
(.../...)
Mientras tanto, el taxista, al abandonar el aeropuerto, se acercaba sin saberlo adonde reventó todo. Al escribir esta crónica me dicen que un taxista está herido...
Comenzamos a correr, unos con las maletas, otros con los carros, todo entre cenizas. Zancadas largas, muy largas.
No sé de dónde salieron, pero había policías. Ellos también corrían, e intentaban controlar la situación: «Dejen las maletas; corran, corran».
Abandoné mi carro. Ayudé a dos señoras, de cierta edad, que caminaban con dificultad. Sus rostros estaban desencajados.
Todo lo que estaba encima de mí, la estructura, el hormigón, los cristales, tembló. La sensación fue que la inmensa mole de la terminal iba a reventar, que se me iba a caer encima.
Primero el sonido fue agudo, muy agudo, muy estridente. Luego grave, muy grave, muy profundo.
Encorvé los hombros, como para amortiguar todo lo que me caería...
Cuando llegó el silencio, todo seguía ahí; envuelto en una nube negra, pero el edificio seguía en pie.
Paré y miré atrás. Todo había volado: techos, puertas de cristal... pero como la explosión había sido tan descomunal, y al no ver la estructura de la terminal destrozada, pensé que la bomba había estallado dentro.
Me vienen a la cabeza las señoritas de Iberia, las colas de pasajeros facturando sus equipajes... que si hubiera llegado tres minutos antes, yo sería uno de ellos. ¿Cómo estarían?
«No sale nadie de la Terminal a la calle». «Dentro estarán todos muertos», escuché. La policía nos alejó más del lugar.
Comenzaron a llegar los detalles de humanidad: unos cargan las maletas de otros, quien está más entero anima al más afectado...
«Esto ha sido una bomba», aseguró un joven. «Como han matado a Sadam Husein, ésta es la respuesta de Al Qaeda», sentenció otro.
Cuando llegaron más efectivos de la Policía, un señor preguntó: «¿Qué ha pasado?». El agente le respondió: «Los de la tregua de Zapatero».
«¿Y en qué lugar de la terminal ha sido? ¿Ha habido muertos?». «Porque habíamos hecho todo el trabajo antes...», contó el policía, «...desalojamos el parking, sólo hay dos compañeros heridos, pero aléjense más, porque puede haber otro coche bomba».
La primera información de este policía nacional nos confirmó que no hay masacre, gracias a Dios.
De repente, una gran columna de humo a nuestros pies nos alertó del lugar de la explosión: abajo, ha sido en el aparcamiento.
Nos alejaron más del lugar. Estábamos a salvo. Al instante, pensé en mi familia. Les llamé: «Hay una cola enorme de coches al llegar a Barajas... Parece que ha pasado algo... Estoy bien, no os preocupéis... Luego os llamo...».
En la primera llamada no quería contar toda la verdad para no preocuparles. Después, sentí el deber de llamar a mi buen amigo Paco Justicia, subdirector de EL MUNDO, para narrarle minuto a minuto lo que estaba viviendo, enviarle fotos por el teléfono móvil...
Más tarde, recuerdo el ruido de las sirenas de la Policía, del Samur, de los bomberos, el helicóptero que sobrevolaba encima de nosotros... Todos empezaron a llegar... Por último, el autobús nos acercó hasta la T-2.
El pasado día 28, invitado por Cristina Fernández, directora de la Fundación Inocente, asistí a la gala retransmitida por Antena 3 donde disfruté de la solidaridad y generosidad hacia los niños enfermos de cáncer y sus familias con los inocentes famosos.
Tan sólo 48 horas después vivo la experiencia más opuesta: el estallido de un coche bomba que provoca destrucción, dolor físico y moral, heridos y dos desaparecidos.
A quien escribe esta crónica la esperanza no se la quita nadie, porque se la da quien nació en Nochebuena.
La esperanza de que un día nadie ponga bombas.
Feliz Año.
Fermín Urbiola es periodista y presidente de Urbiola Comunicación.
Comentarios
Cada dia estoy mas convencido de la implicación del PSOE en el 11m, junto con ETA claro. De otra manera no se puede explicar ese empecinamiento en seguir adelante con este "engaño masivo"....Algo le debe a ETA.
Una de dos, o eso, o este pais esta, literalmente, en manos de un peligroso sicópata.
Un saludo antizETApé, y ¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!