«Hago cada programa como si fuera el último»

25-10-06



CRONICA DE UNA AVENTURA / La presentación del libro

«Hago cada programa como si fuera el último»


«Había que crear un mecanismo intelectual en torno a las ideas de libertad y de España», afirma Jiménez Losantos

CARMEN REMIREZ DE GANUZA

MADRID.- «Había que crear un mecanismo intelectual en torno a las ideas de libertad y de España, que se basaba en el rechazo a la discriminación de media España por ser de derechas o liberal, o no socialista, o no progre».

Con este diáfano trasfondo ideológico explicó ayer Federico Jiménez Losantos el «hilo de continuidad» con el que tanto él, desde el programa La Mañana, como sus demás colegas de la Cope han tejido ocho años de radio, los más exitosos y también los más polémicos de la cadena de emisoras propiedad de la Conferencia Episcopal Española.
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Un tiempo cuya trastienda mediática y política relata el periodista con notable profusión y muy escasa clemencia en un libro de título «modesto», según dijo ayer Pedro J. Ramírez, y que reza De la noche a la mañana. El milagro de la Cope.

Pero los 100.000 ejemplares vendidos, de los que dio cuenta en su presentación la editora de La Esfera de los Libros, Ymelda Navajo, no invitaban precisamente a la modestia. Losantos, que ciertamente hizo un discurso templado, más próximo a la reflexión noctámbula de La Linterna que al volcán oratorio de La Mañana, fue, más que escuchado, homenajeado.

Centenares de caras desconocidas aplaudieron sus palabras cuando dijo que «con los oyentes de la Cope yo tenía una deuda de gratitud» por estos «ocho años en que la Cope ha vivido de milagro, año tras año y mes tras mes». Y expresaron cierto desconcierto colectivo cuando el autor, al explicar que el libro también ha sido una «deuda de justicia» consigo mismo, admitió que él ha sido, en estos años, «el monstruo más tremendo de los que he creado».

Jiménez Losantos dijo que, «cuando uno se convierte en un símbolo para mucha gente, siempre hay un equívoco -la fama, la popularidad, siempre se basa en ella- y a mí este libro me ha servido para darme cuenta de lo que he hecho, de dónde estaba, y para echar el freno. Uno tiende a subirse a la parra y este libro me ha permitido ver hasta qué punto estamos en las manos de Dios, del destino, de la fatalidad. Necesitaba tomarme la temperatura y ver a dónde había llegado y dónde había que parar».

«Esto no quiere decir que yo vaya a anunciar que dejo la radio como Carlos Herrera», dijo al fin a un público crecientemente inquieto, «porque a este paso no va a quedar nadie en la radio. Lo que sí voy a desmentir es que César Vidal y yo nos vayamos con Vocento. Eso no es en absoluto cierto».

Aclararse. Ese íntimo propósito fue, al fin y al cabo, según afirmó Jiménez Losantos, el objeto de un libro eminentemente periodístico que no deja títere con cabeza entre los grupos de comunicación y la clase política y que hace un minucioso relato de la «feroz campaña» contra la Cope del último año.

Desde la muerte de Antonio Herrero -«De la noche a la mañana, mi vida cambió», es su primera frase y la que titula al libro- el 2 de mayo de 1998 hasta hoy, miles de días de radio con un solo lema que ayer sonó enigmático en uno de los mayores salones del Hotel Palace: «Hacer cada programa como si fuera el último».

Si el público homenajeó a Losantos, éste homenajeó a Bernardo Herráez, el prelado que, pese a las tensiones y las presiones de cada día, defendió su trabajo, e hizo una mención especial al cardenal Rouco, al que comparó con Iker Casillas, porque, «sin él, el proyecto intelectual» emprendido «no habría sido posible». El capítulo de agradecimientos fue ayer más largo que el de las críticas. Arremetió, eso sí, contra «la campaña para liquidar a la Cope» y contra «todos los imperios que tienen que acabar con los disidentes», en relación a Prisa, y se jactó de lo «bien» que «nos ha salido» a EL MUNDO y a la Cope «actuar como un multimedia» y lo «extraordinariamente malo para el ABC».

Tuvo, sin embargo, palabras amables para Mariano Rajoy, de quien aseguró haber recibido una llamada en la tarde de ayer, cuando estaba «rindiéndose, digo pactando, la realidad nacional». Y dijo confiar en que José María Aznar acuda a la presentación de su próximo libro, con la seguridad de que no le habrá gustado que desvele en sus páginas cómo les pidió a él y a Luis Herrero la cabeza de Antonio Herrero la víspera misma de su inesperada muerte.

Tal como observó Luis Herrero en su breve presentación -hubo de tomar un vuelo hacia Estrasburgo para participar hoy en la votación de la Eurocámara-, no había ayer representantes del Gobierno entre el público -«eso significa que vamos por buen camino», ironizó Herrero-, pero tampoco hubo un gran número de políticos del PP. Entre quienes se hicieron ayer la foto se encontraban Eduardo Zaplana, Ana Torme, Gabriel Cisneros, Guillermo Mariscal -diputados del PP- y Jaime Ignacio del Burgo y Carlos Salvador, de Unión del Pueblo Navarro.

Todos ellos escucharon decir a Pedro J. Ramírez en su presentación que «menuda visión tuvo el Gobierno del PP concediendo licencias a esos señores que se están forrando y que cada día dicen unas cosas y las contrarias, como si se arrepintieran de lo que dicen».

Más mordaz ayer que Jiménez Losantos, el director de EL MUNDO afirmó que «en España hay libertad de prensa, pero no hay libertad de radio ni de televisión». «Sin el milagro de la Cope», añadió, el panorama de la radio en España sería igual que el de la televisión, absolutamente desequilibrada en favor de las posiciones gubernamentales y de la izquierda».


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