Valor, nostalgia, incertidumbre

25-10-06



CRONICA DE UNA AVENTURA / Los asistentes

Valor, nostalgia, incertidumbre


VICTOR DE LA SERNA

Contaba ayer Federico Jiménez Losantos que empezó a escribir su libro conociendo sólo la primera frase («el 2 de mayo de 1998, de la noche a la mañana, mi vida cambió») y la última («hay que hacer cada programa como si fuera el último»); trabajando 14 meses llenó los cientos de páginas entre una y otra.

En la presentación de De la noche a la mañana, y tanto en las palabras de Jiménez Losantos como en las de César Vidal, salió en muchas ocasiones a la superficie esa permanente sensación de inseguridad, de provisionalidad ante unas fuerzas externas poderosas e insondables, que el cierre de la obra deja flotar en el aire. Con tonos más oscuros -como cuando FJL se refería al trago «amargo» del capítulo sobre la campaña contra la Cope, o cuando Vidal afirmaba que «nada se sabe» del rumbo que tomará la cadena tras la retirada de su ex presidente, Bernardo Herráez- o más socarrones; así, Federico apuntaba que «aquí en España a veces parece que todo el mundo es como un Borbón: ni aprende ni olvida», y poco después avisaba: «Debo desmentir que César y yo nos vayamos con Vocento».
(.../...)

La nostalgia de un periodo a la vez incierto y triunfal para la cadena de radio episcopal -resaltada por la presencia en primera fila de don Bernardo- enlaza bien con el subtítulo, El milagro de la Cope, del libro. Un milagro contemporáneo y no de tiempos remotos, cosa rarísima, como recalcaba Pedro J. Ramírez. Y un público nutridísimo de oyentes de la Cope y lectores de EL MUNDO -las presentaciones de Jiménez Losantos no son actos políticamente correctos ni del corazón, y asisten sobre todo sus muchos seguidores, no quienes van a ser vistos- se identificaba, con sus murmullos y sus aplausos, con esa improbable cruzada por los valores liberales y nacionales cuando la nave del poder va en otra dirección. Detrás de la ovación final a FJL, el aplauso más largo de la velada se lo llevó Ramírez cuando prometió que EL MUNDO seguirá con todas sus fuerzas hasta donde pueda llegar en su búsqueda de toda la verdad sobre los atentados del 11-M.

Luis Herrero, antes de correr para no perder el avión que le llevaba a Estrasburgo para participar hoy en el debate sobre el proceso de paz en el País Vasco, había resaltado el valor de Federico para contar su verdad sin dejarse en el tintero nada, incluidas algunas «collejas» no desdeñables a sus propios amigos y, ayer, presentadores. Honradez intelectual se llama la figura.


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