'Ternera', el cocinero

03-07-06


ALTO EL FUEGO / El futuro del proceso

'Ternera', el cocinero

'Una vida en ETA' aporta datos inéditos sobre Josu Urrutikoetxea, el posible interlocutor de la banda terrorista con el Gobierno

ANGELES ESCRIVA

MADRID.- «En ETA se suceden nuevos generales y, cuando se alcanza el generalato, no se está en actitud de acabar con la guerra, sino de ejercer el mando». Ésta es una frase pronunciada por Arzalluz y que ha sido adoptada por Florencio Domínguez, el autor del libro Josu Ternera, una vida en ETA (La Esfera de los Libros), para expresar su escepticismo ante el proceso destinado a conseguir el fin de la violencia abierto por el Gobierno desde hace meses.

Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, es el terrorista que, tras permanecer apartado de la dirección de ETA por su estancia en prisión, está en estos momentos de nuevo en el generalato. Y su perfil adquiere interés porque ha sido el interlocutor de los enviados del Gobierno en el proceso.

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Domínguez lo presenta como uno de los pocos dirigentes de la banda, si no el único, poco aficionado a plasmar sus intenciones en papel, fundamentalista en todas las acciones y manifestaciones públicas realizadas hasta el momento, imbricado en las estructuras de la banda desde 1968 y protagonista del sector duro en cada una de las negociaciones establecidas con los sucesivos gobiernos.

Según el autor, la fe del presidente del Gobierno en el actual proceso se asienta precisamente en el hecho de que sea este terrorista el que está al frente de la negociación. Su ascendiente sobre el resto de los militantes parece garantizar su capacidad de liderarlos. Sin embargo, la crueldad que le caracteriza arroja dudas sobre cuál puede ser el resultado del proceso si no se le garantizan sus metas. Hay que recordar que pasó de su escaño en el Parlamento vasco a la clandestinidad actual por participar en el atentado contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza.

Aquella foto del 72

Su fotografía y su nombre salieron por primera vez en la prensa en enero del 72 en una noticia que dejaba constancia de que tenía «engañada a la familia haciéndole creer que se encuentra estudiando en Francia». Y ése fue el principio de un recorrido por las facciones de ETA. En 1975, fue elegido responsable del aparato militar y, efectivamente, se encargó de reestructurar los comandos de tal modo que dispararon su actividad hasta niveles nunca antes alcanzados. Después, asumió la jefatura del aparato internacional de la banda.

Pero, probablemente, el punto más revelador, a la luz del papel actual de Josu Ternera, sea la actitud que ha venido manteniendo a lo largo de los años en su papel de negociador. Apenas se puso al frente del aparato político, en los 80, desdeñó la oferta realizada por Francia para dialogar y eso le costó a la banda la pérdida del santuario francés. Tras el atentado de Hipercor, en el que un coche bomba acabó con la vida de 21 personas, se produjo una crisis interna y HASI, la correa de transmisión entre ETA y Batasuna, pidió a la banda que se tomase «unos meses de vacaciones». Ternera zanjó la discusión expulsando a los disidentes.

Finalmente en la tregua del 98, desde prisión, ya advirtió de que ésta sería irreversible sólo si se conseguía la autodeterminación y la territorialidad y, fracasado el intento, no dudó en reprochar a sus compañeros que se hubiesen «dejado llevar por un globo ilusorio impulsado por nuestros enemigos».

Éstos son algunos de los aspectos recogidos en el libro que, además, relata los intentos de traicionar a este dirigente como forma de acabar con el radicalismo de la banda; la vida familiar que mantiene en Francia y que le permitió educar a dos hijos -Egoitz, también en la organización, e Irati-, cómo firmó la sentencia de muerte de la fiscal Tagle porque ésta le criticó, o su actividad en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco antes de huir.

Es el retrato de un individuo que aplicaba el mismo entusiasmo atentando que describiendo cómo en la cárcel lograba congregar a sus compañeros para que disfrutasen de sus habilidades culinarias. Extravagante hasta recomendar, como receta para después de una huelga de hambre, sopa de rape, nido de patata con crema de calabacín, queso Idiazabal y semillas de sésamo gratinadas. Y vino de Rioja. Un par de vasos. Ése es el posible interlocutor del Gobierno.

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