EL PSE HA CAMBIADO, ROSA DIEZ SIGUE DONDE ESTABA
16-06-06
Editorial
EL PSE HA CAMBIADO, ROSA DIEZ SIGUE DONDE ESTABA
Editorial
EL PSE HA CAMBIADO, ROSA DIEZ SIGUE DONDE ESTABA
Un grupo de eurodiputados y de dirigentes del PSE tiene la intención de solicitar en el Comité Federal del PSOE, que se celebra el próximo día 24, la expulsión de Rosa Díez, contra la que una compañera de Estrasburgo ha preparado un dossier que contiene declaraciones públicas críticas sobre la dirección del partido y la política antiterrorista del Gobierno.
La iniciativa no ha surgido de Zapatero ni de la cúpula del PSOE, que está sopesando el coste de imagen que tendría la expulsión del partido de la eurodiputada vasca, ex consejera y otrora candidata a la secretaría general en el congreso de julio de 2000. Pero de ellos dependerá lo que suceda.
El principal argumento que esgrimen sus inquisidores son las recientes manifestaciones de Rosa Díez en las que se ha expresado en contra de cualquier concesión política a ETA y de la reunión pública concertada con Batasuna. En concreto, en una carta abierta a Zapatero, publicada por este periódico, Rosa Díez se quejaba de «la insensibilidad» y de «la falta de pudor» de los dirigentes del PSE hacia las víctimas. Su presencia en al acto de la AVT en Madrid el pasado sábado también ha provocado malestar en Patxi López y los dirigentes vascos, algunos de los cuales promueven activamente la expulsión.
¿Qué va a hacer Zapatero? Su opinión será clave para inclinar la balanza de un lado o de otro, pero también será un test sobre su disposición a tolerar la discrepancia interna, fundamental en cualquier organización democrática.
Rosa Díez no ha insultado a nadie ni ha cuestionado los principios básicos del PSOE, al que pertenece desde hace más de 30 años. Lo único que ha hecho es ser coherente con la línea que siempre ha defendido. Es el PSE el que se ha movido, no ella.
Rosa Díez es un referente moral para un sector de las bases socialistas porque siempre ha mantenido una actitud inflexible frente al chantaje de ETA y la izquierda abertzale, al igual que otros compañeros vascos como Redondo Terreros.
Lo fácil para ella habría sido acomodarse a la nueva situación y callar ante la deriva que ha tomado el PSE, cuyos responsables prefieren sentarse a negociar en una mesa con Batasuna -EL MUNDO revela hoy que Patxi López se ha reunido al menos en dos ocasiones con sus representantes- antes que buscar un entendimiento con el PP. Son libres de hacerlo, pero también Rosa Díez tiene todo el derecho a criticarlo.
La eurodiputada ha dedicado buena parte de su vida al partido y no ha dudado incluso en arriesgarla en tiempos mucho más difíciles. Merece un respeto y, sobre todo, que se la permita expresar su opinión sin cortapisas. Confíamos en que la racionalidad se impondrá en la dirección del PSOE y que, por tanto, será posible que Rosa Díez siga siendo una de las voces que enriquecen la pluralidad socialista.
La iniciativa no ha surgido de Zapatero ni de la cúpula del PSOE, que está sopesando el coste de imagen que tendría la expulsión del partido de la eurodiputada vasca, ex consejera y otrora candidata a la secretaría general en el congreso de julio de 2000. Pero de ellos dependerá lo que suceda.
El principal argumento que esgrimen sus inquisidores son las recientes manifestaciones de Rosa Díez en las que se ha expresado en contra de cualquier concesión política a ETA y de la reunión pública concertada con Batasuna. En concreto, en una carta abierta a Zapatero, publicada por este periódico, Rosa Díez se quejaba de «la insensibilidad» y de «la falta de pudor» de los dirigentes del PSE hacia las víctimas. Su presencia en al acto de la AVT en Madrid el pasado sábado también ha provocado malestar en Patxi López y los dirigentes vascos, algunos de los cuales promueven activamente la expulsión.
¿Qué va a hacer Zapatero? Su opinión será clave para inclinar la balanza de un lado o de otro, pero también será un test sobre su disposición a tolerar la discrepancia interna, fundamental en cualquier organización democrática.
Rosa Díez no ha insultado a nadie ni ha cuestionado los principios básicos del PSOE, al que pertenece desde hace más de 30 años. Lo único que ha hecho es ser coherente con la línea que siempre ha defendido. Es el PSE el que se ha movido, no ella.
Rosa Díez es un referente moral para un sector de las bases socialistas porque siempre ha mantenido una actitud inflexible frente al chantaje de ETA y la izquierda abertzale, al igual que otros compañeros vascos como Redondo Terreros.
Lo fácil para ella habría sido acomodarse a la nueva situación y callar ante la deriva que ha tomado el PSE, cuyos responsables prefieren sentarse a negociar en una mesa con Batasuna -EL MUNDO revela hoy que Patxi López se ha reunido al menos en dos ocasiones con sus representantes- antes que buscar un entendimiento con el PP. Son libres de hacerlo, pero también Rosa Díez tiene todo el derecho a criticarlo.
La eurodiputada ha dedicado buena parte de su vida al partido y no ha dudado incluso en arriesgarla en tiempos mucho más difíciles. Merece un respeto y, sobre todo, que se la permita expresar su opinión sin cortapisas. Confíamos en que la racionalidad se impondrá en la dirección del PSOE y que, por tanto, será posible que Rosa Díez siga siendo una de las voces que enriquecen la pluralidad socialista.
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