CARTA DEL DIRECTOR Trampas en el solitario PEDRO J. RAMIREZ

01-10-06



CARTA DEL DIRECTOR

Trampas en el solitario

PEDRO J. RAMIREZ

Quien quiera averiguar cómo le gustaría a José Luis Rodríguez Zapatero que la posteridad le recordara, que «entre con EL MUNDO en la cocina del poder» y consiga desde mañana los episodios coleccionables de El Ala Oeste de la Casa Blanca que nuestro departamento de promociones ha tenido el acierto de poner a disposición de los lectores. Como ven, el aquelarre de anteayer no me ha atrofiado el talante.

Todo lo mejor del liderazgo del Partido Demócrata norteamericano está en ese presidente Bartlet que, encarnado por el medio hispano Martin Sheen, reúne la habilidad de Bill Clinton, el glamour de John Kennedy, la humanidad de Jimmy Carter, la audacia del primer Roosevelt, la consistencia del segundo y la altura intelectual y formación humanística de Woodrow Wilson. Como éste último -mi preferido con diferencia de toda la saga-, el presidente ficticio creado por Aaron Sorkin es un pacifista endémico obligado a asumir su responsabilidad de mandar tropas a matar y morir.
(.../...)

No sé si Zapatero vio en su día Algunos hombres buenos, el primer gran trabajo de Sorkin como autor teatral y guionista cinematográfico, centrado en la atmósfera enfermiza de una unidad militar en la que -como acabamos de descubrir que ocurre en la Policía Científica- la razón de Estado, la obediencia debida y la cacería de quien rompe la ley del silencio prevalecen sobre el principio de legalidad. Ya he comentado alguna vez, en cambio, lo mucho que le gustó El presidente y Miss Wade, especialmente la escena en que Michael Douglas se enamora de la activista que de joven quemó una bandera americana y, ante las críticas de la derecha neocon, proclama que la grandeza de su sentido de la democracia consiste en defender la libertad de expresión incluso de quienes ofenden a los símbolos de la nación.

No hablo, pues, a humo de pajas ya que, de hecho, fue esa película la que sirvió de inspiración a la serie que, bautizada como The West Wing, ha fascinado temporada tras temporada a los estadounidenses: Bartlet es el espejo de todas las cualidades que a Zapatero le gustaría tener... y además juega al baloncesto.

Es precisamente en el transcurso de uno de esos tres contra tres en una sola canasta que durante un rato convierten los alrededores de la más pintada mansión presidencial en un adolescente patio de colegio, cuando en el tercer o cuarto episodio de El Ala Oeste queda en evidencia cuál es el talón de Aquiles del presidente Bartlet. Y es que, en el momento en que está a punto de perder el partido, sustituye a uno de sus compañeros por un impresionante pívot al que identifica como miembro de su Consejo Asesor para la Educación Física. En realidad es uno de los titulares del equipo de la universidad de Duke que acaba de participar en la Final Four.

Ante tamaña impostura, su asesor de comunicaciones Toby Ziegler -un personaje del corte de Miguel Barroso, pero encarnado por un actor muy parecido a Rubalcaba- le recuerda indignado el día en que se presentó a jugar un partido de dobles mixtos con una tal Steffi Graf como pareja y termina diciéndole, con elegante cinismo, lo que piensa de él:

- ¿Sabes una cosa? Esto es perfecto. Esta es la metáfora perfecta. Cuando tú te hayas ido de este lugar y los poetas escriban La leyenda de Josiah Bartlet, seguro que te presentarán como una figura trágica. Seguro que los poetas escribirán: «Tenía todos los atributos para ser un líder, pero las voces de sus mejores ángeles fueron acalladas por su obsesiva necesidad de ganar».

Zapatero no es que sea competitivo, es que vive para competir. Si tuviera que celebrar todas las cenas que en los últimos años se ha apostado con otros periodistas o conmigo mismo -tanto las que nos ganó a quienes considerábamos imposible que llegara a La Moncloa en 2004, como las que lleva camino de perder a cuenta de los fracasos de algunas de sus políticas- se quedaría sin agenda oficial ni vida privada durante lo que queda de legislatura.

Nadie discute que un buen cocktail a base de sentido lúdico de la vida, amor propio y afán de superación es el mejor brebaje para comparecer tanto en las canchas deportivas como en los foros de la política. Pero, como ocurre con toda sobredosis, el exceso en su consumo puede tener peligrosos efectos secundarios de carácter alucinógeno o hipnótico. Y Zapatero parece a punto de entrar en esa fase de drogodependencia del culto a su propio ego.

Una cosa es que el gobernante tienda a ver el vaso medio lleno -la economía sigue yendo como un tiro, en España hay paz social y se crea empleo, ETA no ha matado a nadie en todo lo que va de legislatura...- en lugar de medio vacío -las disparatadas concesiones a Cataluña han convertido el Presupuesto en el «sudoku» de un Estado ingobernable, la inmigración ilegal es una pesadilla que nos desborda por doquier, ya está claro que ETA no gestiona su rendición sino la nuestra...-, pero otra cosa muy distinta es que el gobernante termine creyéndose que la razón y la verdad siempre coinciden con su conveniencia.

El mal estilo de la reacción gubernamental ante el descubrimiento de la falsificación del documento policial que establecía vínculos entre el 11-M y ETA indica que Zapatero ha entrado en esa espiral de autocomplacencia que desemboca siempre en la fatídica, funesta y falaz futilidad de hacerse trampas en el solitario. Cuando se ejercen responsabilidades públicas, lo único peor que engañar a los demás es terminar engañándose a sí mismo.

A la vista de la gravedad de lo denunciado por EL MUNDO hoy hace diez días, un Zapatero-Bartlet que hubiera escuchado las «voces de sus mejores ángeles» -ya se trate de Petit, de los padres fundadores o simplemente de Pepito Grillo- habría ordenado serenamente la apertura de una investigación al Ministerio del Interior, prometiendo comunicar a la mayor brevedad posible sus resultados tanto a la Justicia como a la opinión pública. Si hubiera procedido así, la decisión de la Sala de lo Penal de la Audiencia de deducir testimonio por falsedad documental -referida, naturalmente, a los mandos que alteraron el escrito de los peritos- y la del Juzgado de Instrucción número 35 de abrir un procedimiento penal al respecto serían percibidas ahora como pasos coherentes de un mismo propósito esclarecedor, ejemplarmente iniciado por el propio poder ejecutivo.

Pero como Zapatero-Bartlet permitió que durante la mañana de autos esas «voces» de la democracia deliberativa fueran «acalladas por su obsesiva necesidad de ganar» y, en consecuencia, se subió al campanario de la autoridad ofendida, amenazando entre bufidos con proceder no contra los policías implicados sino contra el periódico que los había descubierto, el resultado fue que se convirtió en inductor de la escalada de disparates e infamias que culminaron anteayer con el grotesco auto por el que Garzón ha convertido durante unos días o como máximo semanas a los falsificados en falsificadores.

Y subrayo la acotación temporal porque estoy convencido de que no habrá una instancia superior que avale ni sus desmanes procesales -asumiendo competencias de las que carece y vulnerando los derechos fundamentales de tres profesionales cuyo único pecado fue intentar que sus superiores conocieran la verdad de lo ocurrido- ni su surrealista percepción selectiva del delito de falsificación de documento público. ¿Cómo van a convertirse en imputados los que firman un documento cuyo contenido responde milimétricamente al trabajo que realizaron, mientras continúa como testigo el que pone su nombre debajo de un cúmulo de falsedades? En el peor de los supuestos para los peritos, el que no hicieran constar que la nueva firma se produjo con posterioridad a la elaboración del documento nunca dejaría de ser una omisión formal de trascendencia bien distinta a la falsedad material del documento remitido al juez. ¿O es que tal vez hay que imputarles un delito a los magistrados que firman una sentencia días después de la fecha de su redacción sin hacer constar esta circunstancia?

De ahí que resulte tan patética la ofensiva propagandística de quienes, después de alegar durante una semana que la firma y rúbrica de un documento no lo eleva de la condición de «simple borrador» hasta que no vaya avalado por el sello de la unidad, dan ahora el salto en el vacío de acusar a los denunciantes de falsedad en «documento oficial» ciñéndose a ese mismo elemento ritual. ¿O es que acaso el informe que los peritos volvieron a entregar a sus superiores el pasado mes de julio pasó ese fielato del estampillado y llegó a las manos del ministro que había ordenado recopilar toda la documentación de contenido análogo? Que el propio Rubalcaba elija: si los peritos falsificaron un «documento oficial» sin que nadie se diera cuenta de ello, ese informe tuvo que estar entre los que le enviaron y por lo tanto mintió al Parlamento; si él dijo la verdad y nunca recibió nada que relacionara 11-M y ETA, entonces el hecho de que los peritos firmaran una vez, dos veces o ninguna el trabajo por ellos realizado sería irrelevante pues no estarían produciendo sino copias de un mismo «borrador» o, por utilizar la más certera expresión del propio Garzón, de un mismo «informe original».

Pero incluso todo esto es al fin y al cabo secundario, porque la falsificación que tuvo al jefe de sección Francisco Ramírez López como ejecutor y al comisario Santano como avalista no brota de la disparidad entre lo que ellos enviaron al juez y lo que habían puesto por escrito los peritos, sino de la disparidad entre lo que ellos enviaron al juez y lo que realmente había sucedido. Aunque los tres pobres peritos -no podía yo imaginar el domingo pasado que tan pronto iban a tener que pasar por los mismos padecimientos del honrado coronel Picquart- fueran los truhanes que ayer crucificaban con palabras calcadas el uno del otro los dos diarios gubernamentales, incluso aunque en el registro de sus despachos se les hubiera encontrado un alijo de drogas y un cargamento de armas, sus jefes seguirían siendo unos falsificadores de tomo y lomo porque acreditaron ante el juez haber recibido un encargo que no recibieron, haberse hecho cargo de unas muestras de las que no se hicieron cargo, haber realizado seis pruebas analíticas que no realizaron y hasta le engañaron en el número de hojas y de firmantes.

Al margen de que su flagrante mala fe procesal no debería quedar sin consecuencias, por mucho que el príncipe de la magistratura y el nuevo fiscal jefe de la Audiencia se esmeren en su maniobra de distracción, más bien pronto que tarde la acción de la justicia terminará centrándose en lo verdaderamente relevante: el patente propósito de escamotear al juez Del Olmo unos elementos de juicio que debía haber ponderado él y, sobre todo, los medios presuntamente delictivos empleados para hacerlo.

A pesar de que entre cayuco y cayuco -su agencia de viajes especializada en intercambios con Senegal se ha dedicado esta semana a las apasionantes relaciones con Gambia- Rubalcaba haya encontrado tiempo para construir esta barrera de protección en torno a sus subordinados depositarios de información sensible e incluso haya condecorado preventivamente a alguno de ellos, al final la verdad de los hechos probados irá cayendo por su propio peso.

A menos que el síndrome de La Moncloa lleve aparejado un nivel de pereza intelectual que hasta ahora nunca ha caracterizado su conducta, Zapatero debe ser consciente a estas alturas de que el Ministerio Público y por lo tanto él y su Gobierno tienen un problema de campeonato de cara a la vista oral de la masacre. Una cosa es que la sala de apelación haya mirado para otro lado ante algunos de los recursos, dando por «perfectamente acreditado» en los autos de Del Olmo lo que de ninguna manera lo está -que en los vagones estalló Goma 2 Eco-, y otra que pueda haber un tribunal que se trague que no se hizo un informe por escrito de lo hallado en los focos de los trenes o que cuando se habla de la existencia de «componentes de las dinamitas» no sea posible determinar de qué sustancias se trata. Mi única duda es si él ya conoce la verdad y lo suyo no es despiste sino cinismo puro y duro.

Algo parecido es lo que habría también que preguntarse con relación a la muy probable implicación del jefe de seguridad del PSOE en el infame episodio del chivatazo a ETA. ¿Qué sabía el presidente, cuánto sabía y desde cuándo lo sabía?

La explicación que ha dado el comisario Mariscal en el sentido de que llamó al policía que controlaba en ese momento la operación en torno a El Faisán con el único propósito de felicitarle el cumpleaños sólo puede ser interpretada como el resultado de una vil conspiración del calendario contra la limpia imagen del socialismo español. Claro que si ese no hubiera sido el día de su onomástica, seguro que en todo caso Mariscal habría tenido que llamar al tal Risco para preguntarle por las paperas de la hija de una vecina de su hermana o para comentar la probable alineación de la Real y saber a qué atenerse de cara a rellenar la quiniela del domingo.

Estaba del cielo que por cefas o nefas uno de los hombres clave del equipo que coordina la negociación con ETA habría de contactar una horita antes del chivatazo con el policía que tenía encomendada la redada, sin que, por supuesto, su conversación tuviera nada que ver con el asunto. Fue algo tan casual como el robo etarra en el callejón de Trashorras o los pagos con la tarjeta de Amedo cuando alguien muy parecido a él reclutaba a los mercenarios que cometieron los crímenes de los GAL.

La ironía puede parecer muy divertida pero, claro, a todos se nos hiela la sonrisa cuando reparamos en la terrible gravedad de los hechos a los que se refieren estas bromas. Ojalá Zapatero no insista en el trágico error de fomentar la natural tendencia del poder a esconder la porquería debajo de la alfombra. De la misma manera que los emperadores romanos tenían siempre a su lado un esclavo que les recordaba su condición humana, el presidente Bartlet cuenta con la colaboración de su esposa Abbey que, al volver de un viaje, le hace una versión a lo West Wing del no se te puede dejar solo:

- Me he dado cuenta de que una de las cosas que ocurren cuando paso fuera demasiado tiempo es que te olvidas de que tú no puedes arreglarlo todo. Tienes un cerebro grande, un buen corazón y un ego del tamaño de Montana... pero tú no puedes arreglarlo todo.

Ni siquiera compinchado con Garzón, añadiría yo.

¿Pero tiene el nuevo gato con cejas alguien a mano capaz de ponerle ese cascabel?

pedroj.ramirez@el-mundo.es

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Martin Sheen......¿Se averguenza de su apellido paterno "Estevez", de origen gallego.....?
Anónimo ha dicho que…
el juego está en tapar una falsificación. la secuencia es: borrador-informe(original)-informe falso(copia de borrador). de esta manera la V.O. da por hecho que el verdadero era el 2º. por contra los peritos:informe original-informe falseado(copia corta-pega del anterior)-copia del original.
si nos damos cuenta, el tema sigue igual, a saber, dilucidar cual de los dos primeros es el original. lo que se hace es focalizar en el tercero para alejarnos, cuando la miga está entre los dos primeros. es un golpe de efecto desde interior. isaac
Anónimo ha dicho que…
Buenos días, a todos:

Esta es mi primera incursión en esta extraordinaria página que hace una labor impagable de difusión de los hechos acaecidos el 11-M.

Agradeceros a ti, Kickjor, a LdP, a los Peones Negros, y a tanta y tanta gente anónima que hace un esfuerzo para que no se eche tierra encima de los infames atentados de Marzo de 2004.

Agradecer también a los escasísimos medios de comunicación que se hacen eco de las investigaciones sobre el 11-M.

Gracias a El Mundo, LD, COPE, CityFM, La Razón y otros periodicos de ámbito regional, que tratan de sacar la verdad de lo sucedido.

Vayamos al grano. Hoy, el Editorial de PJ, aún siendo excelente, como casi todos los suyos en los dos últimos años, lo encuentro algo blandito.

Pj, sigue empeñado en ver alguna virtud a este "Presidente por accidente", cuando realmente, es un auténtico .... (me callo el adjetivo).

Desde que ha llegado al Poder, que no al Gobierno, porque eso es lo que ejerce el Poder, y no esta gobernando, se ha dedicado, a calificar de extremista a la Oposición, silenciar sus fracasos, minimizar los problemas, entregarse a los separatistas, dejar las puertas abiertas a los inmigrantes ilegales ... se puede seguir y no parar.

Este "PxACC" (Presidente por Accidente); esta lleno de rencor, aunque lo disimula, se encarga de remover tumbas, sacar a pasear la Media España, contra la otra Media España, hace un discurso GuerraCivilista, se dedica a minusvalorar el concepto de familia y matrimonio, pretende inmiscuirse en la educación de nuestros hijos, y en los valores que hemos y podemos transmitirles.

En fin, que es un error considerar, que tratamos con un PxACC, que comparte nuestros valores (Libertad y Dignidad de las Personas), cuando lo único que hace es azuzar el enfretamiento entre ciudadanos, y aunque los Territorios no tienen sentimientos, permítaseme la licencia, entre las Tierras de España.

Si a un Gobierno Popular, le hubiera pasado lo que le esta pasando a éste "Des-Gobierno" Socialista -si pero bien que viven todos los dirigentes en pisazos y chaletazos-, El País, la Ser, CNN+, El Periódico, y demás medios afines, refugio de "pijosprogres", estarían poniendo el grito en el cielo, y estarían manifestándose con los "Nunca ja-mais" han tenido una buena idea, y respecto de pelanas y titiriteros.

Si al PP, le matan 17 soldados en Afganistán, más otro posteriormente de origen peruano:

Si al PP, se le quema una Brigada Antiincendios, con once trabajadores.

Si al PP, se le quema Galicia por los cuatro costados.

Si al PP, se le ahogan por millares los inmigrantes en aguas canarias.

Si un dirigente Popular llega a decir, que no se puede estar todo el día pendiente de los afectados de Guadalajara.

En fin que sigo y no paro, en RESUMEN;

NO NOS MERECEMOS UN GOBIERNO QUE MIENTE

Saludos a todos
Anónimo ha dicho que…
Ecuación: ¿Alguien podría aclararme si este tal Garzón el el mismo número 2 que iba detrás de la X del Gal en las elecciones generales del 93?
Anónimo ha dicho que…
Zapatero vuelve con el tema de las armas de destruccion masiva......

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