GARZON TIRA LA TOALLA PERO HACE DOS TRAMPAS POSTUMAS

06-10-06



Editorial

GARZON TIRA LA TOALLA PERO HACE DOS TRAMPAS POSTUMAS


El juez Baltasar Garzón renunció anoche a seguir investigando a los peritos de la Policía Científica. Así se lo había requerido horas antes la propia Fiscalía de la Audiencia Nacional, que le pidió que se inhibiera y remitiera el caso al decanato de los juzgados de Madrid.

El oscuro auto del fiscal jefe de la Audiencia no venía sino a rendirse a la evidencia tras el varapalo de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, que dejaba muy claro que Garzón no puede instruir un delito de falsedad documental por carecer de competencias, la tesis sostenida por EL MUNDO desde el primer día.

Pero la decisión de Garzón tiene trampa porque, a la vez que se inhibía, dictó otro auto exculpando a Francisco Ramírez y los demás mandos policiales acusados de falsificación. Resulta bastante difícil de entender que un juez que se inhibe se pronuncie al mismo tiempo sobre el fondo del asunto como si actuara a título póstumo. La maniobra no puede ser más chapucera y pone en evidencia los propósitos del juez: ayudar al Gobierno a tapar este asunto.

Hay, además, otra segunda trampa en la inhibición de Garzón, ya que, al enviarlo al decanato, lo que pretenden el magistrado y el fiscal jefe de la Audiencia es que el asunto vaya de nuevo a reparto, a pesar de que la juez Gema Gallego lo ha admitido a trámite y ha iniciado ya las primeras diligencias, citando a declarar para hoy mismo a los peritos. La Fiscalía de la Audiencia argumenta que los informes y los imputados son distintos, por lo que la investigación de Garzón debería ser asumida por otro juez de instrucción, que abriría un nuevo sumario, diferente del que instruye Gema Gallego.

La tesis es absurda porque provocaría dos instrucciones en paralelo sobre dos aspectos de un mismo episodio. Dada la evidente conexidad de los hechos, la única juez competente es la que ya está investigando. Por tanto, no hay necesidad de proceder a un nuevo reparto, que sería un verdadero disparate jurídico.

El decanato tendrá que decidir al respecto, pero lo que ya está fuera de toda duda es que Garzón ha fracasado en su intento de retener el caso. A pesar de ello, el juez envió ayer al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) una relación de artículos publicados en este periódico y en otros medios para justificar su petición de amparo. Garzón asegura que EL MUNDO le ha atacado estos días con «ferocidad» para intentar «perturbar» su independencia.

No es cierto. Este periódico no le ha insultado ni le ha menospreciado ni le ha ridiculizado. Hemos criticado con argumentos jurídicos que Garzón asumiera un caso en el que carece de competencias, según establece la Ley Orgánica del Poder Judicial. Por ello, dijimos en su día que existen «muchos de los elementos indiciarios de la prevaricación», una afirmación que se sustenta en la doctrina del Supremo sobre este delito y que está perfectamente matizada. La decisión de inhibirse de Garzón nos da, en definitiva, la razón.

Aquí hasta ahora no ha habido más víctimas que los tres honrados peritos vapuleados por una campaña de desprestigio sin motivo alguno. Para ellos, se abrió ayer un rayo de esperanza cuando la juez Gallego les citó como testigos a pesar de estar imputados por Garzón. La verdad acabará abriéndose paso.

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