El etarra De Juana lleva 11 días de huelga de hambre en desafío al Estado

17-08-06



El etarra De Juana lleva 11 días de huelga de hambre en desafío al Estado


Condenado a 3.000 años por 25 asesinatos, exige que se considere cumplida ya su pena - En agosto de 2005 fue acusado de amenazas cuando se preveía su excarcelación tras una polémica redención

ANGELES ESCRIVA

MADRID.- Uno de los asesinos con el historial más sangriento de ETA, José Ignacio de Juana Chaos, ha tomado una iniciativa que constituye un desafío al Estado y que puede ir convirtiéndose en un verdadero problema para el Gobierno a medida que transcurran los días. Este etarra lleva 11 jornadas protagonizando una huelga de hambre real -dato nada baladí tratándose de la banda terrorista- en la prisión de Algeciras (Cádiz), en la que se encuentra recluido.
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Según informó ayer la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, De Juana cumplió todos los pasos del protocolo oficial de Prisiones y anunció su intención de dejar de consumir alimentos a partir del pasado 7 de agosto por motivos «político jurídicos».

En realidad, con esta terminología el etarra pretende mostrar su desacuerdo con la última imputación realizada por los jueces de la Audiencia Nacional y que le impidió salir a la calle hace un año, cuando había cumplido la pena estipulada en el antiguo Código Penal. La Justicia entendió que De Juana había cometido nuevos delitos en prisión.

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De Juana Chaos fue condenado a 3.000 años de prisión por la comisión de 25 asesinatos. Sin embargo, la ley, que posteriormente sería reformada, establecía que el cumplimiento máximo no podía superar los 30 años de estancia en prisión, que debían verse reducidos al menos en 12 por la aplicación de los beneficios penitenciarios entonces vigentes.

Este procedimiento fue interrumpido y rectificado por la Audiencia cuando parecía que la excarcelación era inevitable, al considerar el Tribunal que De Juana Chaos había incurrido en nuevos delitos durante su estancia en prisión con la remisión al diario Gara de dos cartas en las que amenazaba a cinco funcionarios de la administración penitenciaria.

El terrorista, con su iniciativa actual, protesta por esta decisión judicial y lo hace de un modo poco usual en los presos de ETA y en un momento político -el del inicio del proceso para el fin de a banda- en el que su actitud puede resultar especialmente delicada.

El modo es poco usual porque, aunque se han dado protestas individuales, los reclusos de la banda suelen anunciar el inicio de las huelgas de hambre por motivos estratégicos, de manera colectiva, y en esos casos suelen ser poco escrupulosos con su cumplimiento. Es decir, las transforman en una mera escenificación para llamar la atención sobre las más dispares reivindicaciones.

En este caso, De Juana Chaos está efectivamente privándose de alimentos. Según fuentes penitenciarias, «sólo ingiere agua» -aunque la administración penitenciaria le facilita las comidas que le corresponden diariamente- y el médico que le atiende desde hace 10 días ha certificado una pérdida de peso proporcional.

Curiosamente, a pesar de que esta situación se inició en la primera semana de agosto, hasta ayer ni el diario Gara -que suele hacerse eco de las más nimias incidencias en el ámbito penitenciario- ni Batasuna, ni Askatasuna -la organización de la izquierda abertzale que se ocupa de los presos-, han venido realizando mención alguna. Ayer, el portavoz de este organismo y un familiar del etarra comparecieron en rueda de prensa para denunciar la cuestión y darle carácter general alegando que «los estados español y francés van por muy mal camino» al mantener una política penitenciaria que ha llevado a este recluso a iniciar una huelga de hambre indefinida. Aseguraron que el Gobierno usa a los presos de ETA como «chantaje para el proceso de normalización política».

Sin embargo, el hecho de que desde un principio el entorno de la banda no publicitase el caso y no lo utilizase como ariete político parece indicar que, al menos en principio, la reivindicación de José Ignacio de Juana Chaos -que escribió en su día una tercera carta advirtiendo de las trampas de los procesos de paz y de las mentiras de los gobiernos que los impulsan- no iba a extenderse a otros presos ni iba a ser utilizada, por lo tanto, como forma de presión hacia el Gobierno en estos momentos.

En cualquier caso, lo cierto es que si el terrorista persevera en su actitud y la lleva hasta sus últimas consecuencias, sea o no una estrategia orquestada con la banda, puede obligar al Gobierno a enfrentarse a una situación comprometida. Sólo hay un precedente y lo protagonizaron los GRAPO en el 89 con la muerte de José Manuel Sevillano.

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