LAS VICTIMAS DE DE JUANA NO PUEDEN HACER HUELGA DE HAMBRE
17-08-06
Editorial
LAS VICTIMAS DE DE JUANA NO PUEDEN HACER HUELGA DE HAMBRE
Editorial
LAS VICTIMAS DE DE JUANA NO PUEDEN HACER HUELGA DE HAMBRE
El etarra José Ignacio de Juana Chaos, condenado a tres mil años de cárcel por el asesinato de 25 personas, se ha declarado en huelga de hambre «por motivos político-judiciales». El sanguinario terrorista -que lleva once días sin ingerir alimentos aunque sí agua y se encuentra bien de salud, según los médicos- reivindica ser excarcelado porque considera que ya ha cumplido suficiente condena con 19 años en prisión.
Hay que recordar que el juez Santiago Pedraz procesó al etarra el pasado agosto por dos artículos publicados en Gara para impedir que saliera de la cárcel, tal y como estaba previsto al aplicarse las redenciones de condena contempladas en el Código Penal del 73. La posibilidad de que De Juana Chaos y otros etarras salieran de la cárcel provocó el escándalo de la opinión pública y el Tribunal Supremo se vio obligado a cambiar su doctrina para que la redención de condena no se realizara sobre un máximo de 30 años, sino sobre la totalidad de las penas. La sociedad española respalda esta nueva doctrina, aunque el Constitucional tendrá la última palabra.
Lo primero que cabe decir sobre la protesta de uno de los jefes del comando Madrid es que el intento de hacerse la víctima a lo Gandhi es una afrenta para todas las víctimas de verdad asesinadas por él, que ya no podrán hacer huelga de hambre ni protestar de ninguna manera contra quien dispuso de sus vidas. Estamos hablando de un terrorista que, lejos de arrepentirse, celebraba con champán los crímenes de la banda. «Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas», escribió sobre el asesinato del concejal Jiménez Becerril y su esposa.
La protesta de De Juana Chaos es un desafío al Gobierno para que mueva pieza en la excarcelación de presos, una de las exigencias planteadas por ETA en la negociación que Zapatero anunció en junio con la banda, sin que sepamos a día de hoy si ya se ha producido o no el primer contacto con los terroristas. Tampoco está claro si es iniciativa personal del etarra o una instrucción de la banda a imagen y semejanza de la huelga de hambre de los presos del IRA, encabezados por Bobby Sands, que falleció como consecuencia de la protesta. Sin embargo, el dirigente de Batasuna Joseba Alvarez aseguró ayer que «los presos van a tener que salir a la calle» para la «resolución del conflicto».
Es un hecho que en los últimos días está aumentando la presión de ETA y su entorno sobre el Gobierno. Alvarez se quejó ayer de que los socialistas pretenden obligar a Batasuna a dar pasos «que no están pactados así». Seguramente la actuación de Zapatero y de la Fiscalía en relación con ETA y Batasuna ha hecho concebir esperanzas a los presos de la banda sobre su excarcelación y a los proetarras sobre su legalización. Si así fuera, el Gobierno debería poner las cosas en su sitio porque el Estado no puede ceder al chantaje de De Juana Chaos ni al de los dirigentes de Batasuna.
Hay que recordar que el juez Santiago Pedraz procesó al etarra el pasado agosto por dos artículos publicados en Gara para impedir que saliera de la cárcel, tal y como estaba previsto al aplicarse las redenciones de condena contempladas en el Código Penal del 73. La posibilidad de que De Juana Chaos y otros etarras salieran de la cárcel provocó el escándalo de la opinión pública y el Tribunal Supremo se vio obligado a cambiar su doctrina para que la redención de condena no se realizara sobre un máximo de 30 años, sino sobre la totalidad de las penas. La sociedad española respalda esta nueva doctrina, aunque el Constitucional tendrá la última palabra.
Lo primero que cabe decir sobre la protesta de uno de los jefes del comando Madrid es que el intento de hacerse la víctima a lo Gandhi es una afrenta para todas las víctimas de verdad asesinadas por él, que ya no podrán hacer huelga de hambre ni protestar de ninguna manera contra quien dispuso de sus vidas. Estamos hablando de un terrorista que, lejos de arrepentirse, celebraba con champán los crímenes de la banda. «Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas», escribió sobre el asesinato del concejal Jiménez Becerril y su esposa.
La protesta de De Juana Chaos es un desafío al Gobierno para que mueva pieza en la excarcelación de presos, una de las exigencias planteadas por ETA en la negociación que Zapatero anunció en junio con la banda, sin que sepamos a día de hoy si ya se ha producido o no el primer contacto con los terroristas. Tampoco está claro si es iniciativa personal del etarra o una instrucción de la banda a imagen y semejanza de la huelga de hambre de los presos del IRA, encabezados por Bobby Sands, que falleció como consecuencia de la protesta. Sin embargo, el dirigente de Batasuna Joseba Alvarez aseguró ayer que «los presos van a tener que salir a la calle» para la «resolución del conflicto».
Es un hecho que en los últimos días está aumentando la presión de ETA y su entorno sobre el Gobierno. Alvarez se quejó ayer de que los socialistas pretenden obligar a Batasuna a dar pasos «que no están pactados así». Seguramente la actuación de Zapatero y de la Fiscalía en relación con ETA y Batasuna ha hecho concebir esperanzas a los presos de la banda sobre su excarcelación y a los proetarras sobre su legalización. Si así fuera, el Gobierno debería poner las cosas en su sitio porque el Estado no puede ceder al chantaje de De Juana Chaos ni al de los dirigentes de Batasuna.
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