Un año después, subsisten demasiadas dudas

16-08-06



Un año después, subsisten demasiadas dudas

Defensa no ha vuelto a facilitar ningún informe sobre las causas finales del accidente en el que murieron 17 militares españoles


MADRID.- Un año después aún persisten muchas incógnitas sobre uno de los golpes más duros que ha recibido el Ejército español. El siniestro del helicóptero Cougar en la localidad afgana de Herat, en el que murieron 17 militares españoles, no está aún resuelto.
Desde el Ministerio de Defensa no se ha facilitado ningún informe nuevo sobre las causas del siniestro que ponga fin a las especulaciones que perduran en la mente de familiares y amigos de los fallecidos. Y es que oficialmente la causa del mismo se centra en un fallo humano ante una situación límite. Un segundo helicóptero también sufrió un accidente. Sus ocupantes resultaron heridos.

Este segundo aparato realizó un aterrizaje de emergencia al sospechar que su «compañero de vuelo» había sido abatido.
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Defensa sostiene que existió un fallo humano, que había exceso de velocidad, que existía mucho viento en la zona... El vuelo del aparato siniestrado era muy bajo, de combate. Y los familiares y amigos se preguntan que por qué había un vuelo de ese tipo si, como sostiene Defensa, la zona estaba tranquila y no había situación de riesgo para los militares españoles.

Otra duda que les asalta es por qué el segundo aparato realizó una maniobra de alto riesgo si el helicóptero siniestrado no había sido abatido, no había sido atacado, sino que se había caído por el viento y por una mala conducción del piloto, según Defensa.

Pero, sobre todo, los familiares se han quejado durante meses de la falta de luz y de taquígrafos en las investigaciones sobre la muerte de los 17 fallecidos. Entienden que el piloto del segundo helicóptero podría despejar muchas dudas si explicara el siniestro ante la opinión pública. Pero la puerta está cerrada.

En su comparecencia ante el Congreso, el que regentaba el Ministerio de Defensa en el momento del siniestro, José Bono, cerró taxativamente la puerta al ataque y al fallo mecánico. Unicamente aportó datos sobre el vuelo rasante (a apenas cinco metros del suelo) y la gran velocidad del aparato. Los técnicos, según la explicación oficial, concluyeron que el segundo aparato realizó una «maniobra agresiva» para escapar de la zona al «sentirse amenazado», cuando vio la columna de humo que se alzaba tras estrellarse el primer aparato.

Fue el familiar de uno de los fallecidos quien denunció que el Gobierno había ordenado silencio absoluto a los ocupantes del segundo helicóptero siniestrado.

El pasado mes de septiembre, Bono dio prácticamente por cerradas las hipótesis, aunque aseguró que seguía investigándose. De esas nuevas investigaciones no se han tenido más noticias. Hoy, un año después, aún perduran serias dudas de lo que realmente pasó con el helicóptero de la Brigada Aerotransportable (Brilat) siniestrado.

Los familiares y amigos de los fallecidos también se preguntan qué tipo de misión estaban desarrollando los suyos en Afganistán para que, en un vuelo teóricamente rutinario, realizaran «maniobras de alto riesgo». Si únicamente estaban realizando labores de reconocimiento, no tenía mucho sentido que el piloto condujera la aeronave a apenas cinco metros del suelo a gran velocidad ni que el compañero del segundo aparato tuviera que realizar un aterrizaje de emergencia, con gran riesgo para su tripulación, como una maniobra evasiva, una maniobra de guerra.


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